El peso del castillo
Tu risa suena a excusa en el pasillo
y el tiempo va contigo de la mano.
Me lanzas un adiós desde el rellano
que viene a darme un beso de tornillo.
Te sacas otro naipe del bolsillo,
el rey de corazones, pero anciano,
y sabes que más tarde o más temprano
sucumbe bajo el peso del castillo.
Te marchas con tu sombra y tu pretexto
sabiendo que vivimos en un sexto
y al cielo no le importan mis problemas.
Te vas porque no quiero que te vayas,
y dejas que me coma mis agallas
fingiendo que te olvido en mis poemas.

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