Al borde
Al borde de la línea divisoria
que aísla la razón de los pecados
quedaron cuatro gatos mal contados
caídos a las puertas de la gloria.
Ajenos a cualquier escapatoria
vivieron escondidos y olvidados,
borrachos y jugándose a los dados
la vez de quién perdía la memoria.
En tierra de exiliados y proscritos,
sin listos ni exaltados dando gritos
ni exámenes orales de conciencia,
a veces parecían ser felices,
lamiendo bajo el sol sus cicatrices
sin nadie que llorara por su ausencia.

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