Adiós
El mundo se detuvo de inmediato,
el tiempo se alejó de los planetas,
los pájaros hicieron las maletas
y el viento se calmó por un buen rato.
Por culpa de una china en el zapato,
los días avanzaron con muletas
y algunos ilustrísimos poetas
dejaron de llamarme por pazguato.
Dejé de alimentarme en condiciones
y hui de mantener conversaciones
aislado de la gente, como un quiste.
Mi vida, la verdad, la di por muerta
el día que bailaste con la puerta
al son de un vals nostálgico y te fuiste.

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