La casa
La cama tiene dos lados izquierdos.
Las puertas cada vez son más pequeñas.
La casa me reclama contraseñas
que habías encriptado en mis recuerdos.
Me atacan nuestros viejos desacuerdos
por no querer llamar a las cigüeñas;
los roces y las riñas hogareñas
por ser el menos loco entre los cuerdos.
Un hueco sepulcral junto al pulmón
sugiere que hubo un día un corazón
que huyó tras denunciarte por maltrato.
Converso con mi sombra, si aparece,
pero ella, pertinaz, sigue en sus trece
e insiste en que me apañe con el gato.

0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home