Adán (3ª parte)
Tampoco hubo donante de costilla,
tan solo un poco de aire de levante,
y nadie insufló vida, dios mediante,
si acaso algo de polvo en mi lentilla.
Y yo mirando a Eva desde enfrente,
deje pasar sin más la primavera,
ganando el pan detrás de la trinchera,
con gotas de sudor bajo mi frente.
Viví mi paraíso sin salida,
un viejo, torpe y tímido don Juan,
por más que lo desee nunca prueba,
la dulce y terrenal fruta prohibida,
pensando que yo no era un mal Adán,
capaz de acompañar a aquella Eva
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