Adán (2ª parte)
No había una serpiente en una rama,
tan solo un atestado aparcamiento,
no había un árbol del conocimiento,
ni un dios que soportar montando un drama.
Hacía frío para hojas de parra,
y a veces me esperaba más temprano
por verla y saludarla con la mano,
tras el sucio cristal de mi chatarra.
Y yo que media vida estoy a dieta,
famélico y hambriento sin el pan,
la espero en la antigualla que me lleva,
con esta admiración muda y secreta,
pensando que yo no era un mal Adán
capaz de acompañar a aquella Eva.
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