Elegancia
Algunos casos donde la elegancia,
a todas luces brilla por su ausencia,
conviene interponer justa distancia,
sacar a pasear la indiferencia.
A veces en según qué circunstancia,
el acto siempre tiene consecuencia,
e incluso si carece de importancia,
hay gotas que te colman la paciencia.
Y en tanto, no te queda más remedio,
poniendo freno al paso de la inercia,
optar por la dignísima renuncia,
poner algo de tierra de por medio,
que a veces la elegancia no se tercia,
ni la hay, ni se la ve, ni se pronuncia
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