La campaña
María de las Mercedes Espinosa de los Monteros y Pérez de
Tudela, Mer, pasó prácticamente de la cuna a la Concejalía de Agricultura de
Villanueva de la Exaltación, salvo el breve trámite como vocal en la
Junta de Distrito. Una chica mona, a la que le terminaron Ciencias Políticas en
la URJC gracias a su tío, que era político de mayor rango.
Sin duda, el modelito rojo de Prada que había escogido
aquella mañana para las fotos de la campaña no era el más apropiado, dado que
tenía que conducir a aquel carromato tirado por yunta de bueyes, a los
que le daban ganas de rociar con el Aire de Loewe que guardaba en
su bolso. Mientras los fotógrafos le pedían que sonriera, ella se esforzaba en
no vomitar y en que no se le corriera el rímel.
Tanto se afanaba en esas tareas que no advirtió en el
escalón de piedra que se formaba en el camino. Las ruedas del carro se
atascaron y los bueyes se detuvieron. Uno de ellos aprovechó la parada para
defecar copiosamente. Los miembros del séquito tiraron de ellos con tan poca
fortuna que el carro se tambaleó, haciendo que Mer perdiera pie y fuera a caer
de cabeza en la voluminosa majada.
“Hasta el fondo del asunto”, decía la campaña
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