El sendero
Conocía la sierra como la palma de su mano. La había recorrido
tantas veces que era capaz de hacerlo con los ojos vendados. Por eso le extrañó
encontrar en Wikiloc una ruta desconocida: sendero de la cueva de
los murciélagos. Era la primera vez que la oía nombrar. La había subido un tal “Cocodrilo
Dundee”, pero en la foto que aportaba a la entrada de la cueva aparecía con
gorro, gafas de sol, braga de cuello hasta la nariz y enfundado en un anorak
de plumas. Podía ser cualquiera.
La pista de Wikiloc comenzaba en una bifurcación oculta
entre matorrales. Había pasado por allí a menudo sin advertirla. Se adentró unos
doscientos metros entre la maleza hasta alcanzar un camino transitable. Según
la aplicación la entrada de la cueva estaba a seis kilómetros, poco menos de
una hora de trayecto.
El camino transitaba por un denso pinar. Más o menos a la
mitad del recorrido había una cabaña. Sentado en la puerta, en una silla de
playa, un hombre de unos setenta años, nada acorde con el paisaje. Polo Lacoste,
pantalón corto y playeras.
—
Bienvenido. Desde que estoy jubilado pasa
poca gente por aquí. Si esperas un momento a que coja mi hacha, me ocupo
en un segundo de ti.
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