Manolo
Que sí, Manolo. Que tú dirás lo que tú quieras. Pero es
exactamente lo mismo que cuando dijo que iba a opositar al cuerpo de bomberos.
Que perdió un año fingiendo que estudiaba para luego ni siquiera presentarse al
examen. O cuando se empeñó en formar una banda de rock con los amigos.
Que nos convenció para comprarle la guitarra y el altavoz ese y luego a los
tres ensayos ya no tocaron más. Y es que tú eres muy permisivo, Manolo. A ti
todo te parece bien. Siempre estás con eso de que le otorguemos el beneficio de
la duda, pero aquí no hay nada que dudar. Tu hijo es un vago y es clavadito
a ti. Que tengo que estar empujándote cada vez que hay que hacer un “chapú” en
casa o hay que ir a la compra. Que aquí siempre tengo que ser yo la que haga el
papel de mala y andar riñendo a uno y otro como si no tuviera otra cosa que
hacer. Y no te escondas detrás de ese ridículo antifaz para hacerte el
dormido, Manolo. Se perfectamente que si estuvieras dormido estarías roncando. Manolo.
¿Por qué no respiras? ¡Manolo! ¡¡Manolo!! ¡¡¡Manolooooooooooooooooooo!!!!
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