La botella de ron
Extrajo su espada del ojo del soldado inglés. La limpió en el uniforme y la envainó. No quedaba nadie con vida, salvo él, en ninguna de las dos embarcaciones. No tendría que repartir el botín en esta ocasión. Bajó a la bodega y descorchó una botella de ron. Tras un largo trago contempló los cofres llenos de oro. Tras un espasmo, cayó fulminado. El ron envenenado fue la última defensa del tesoro.
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