El resplandor
Te adentras en cualquier habitación
y robas toda luz que hay en la estancia,
caminas con genética elegancia,
tratando no ser centro de atención.
En cambio, todo el mundo en el salón
se impregna de tu tímida prestancia,
igual que si una etérea fragancia
sumiera bajo hipnosis la reunión.
Yo sé que tú no sabes cuánto brillas,
tú existes para cosas más sencillas,
y en esto permaneces en la inopia.
Y al verte, desde fuera, resplandeces,
tan solo con la gracia en que apareces,
y brillas, como siempre, con luz propia.
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