El diagrama
— ¿Por qué a mí? — me preguntaba algunas veces con más desesperación que convicción.
Soy lo que muchos podrían considerar un hombre exitoso. Mí agencia de publicidad no da abasto con los proyectos. Puedo permitirme seis meses de vacaciones al año. Soy un joven atractivo y conduzco una impresionante moto de gran cilindrada. Si quiero, cada noche amanezco en una cama distinta.
En realidad, hago cualquier cosa por no amanecer en la mía. Ella siempre está allí.
Esta noche había quedado para cenar con una fotógrafa que acabamos de fichar en la agencia, pero me ha anulado la cita a última hora. Se ha puesto enferma.
He cenado solo en el restaurante y tras tomar una whisky en el bar de enfrente, he reunido fuerzas para subir a casa.
Mientras me lavo los dientes siento su mano tirarme del pantalón
— ¿Me ayudas con la tarea? Tengo que hacer un diagrama de barras. — me dice.
— Claro. Voy para el salón — le respondo.
Me siento a la mesa
— ¿Ves? Tengo que representar esta descripción estadística en un diagrama y no sé cómo hacerlo
Ciertamente no acierto a ver el papel. Y no es que necesite ir al oculista.
Mi hermanita me señala cosas invisibles, sencillamente, porque murió hace veintisiete años y se niega a abandonar nuestra casa.
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