El tartar
— “Tartar de zanahoria ahumada y trufada con wakame macerado en aceite de sésamo y sake” — dijo el camarero, vestido como un Jedi y con una perilla morada como el kimono — Es nuestro plato premiado en 2019 por la Alta Sociedad de Cocina Occidental.
—
Ya… La A.S.C.O. No crea que me convence... ¿Y
viene con patatas fritas? — preguntó ávidamente el cliente.
—
No señor — el camarero casi puso los ojos en
blanco, inspiró profundo y prosiguió — Este plato se elabora sin guarnición
para no enturbiar los matices.
—
Mire, yo he venido a la capital por un
asunto ahí enfrente en los juzgados. Tengo media hora para almorzar he
entrado aquí porque estaba cerca. No sé si he acertado. ¿tienen tortilla de
patatas?.
—
Deconstruida, señor
—
Pues venga, póngame la zanahoria esa y la
tortilla de patatas.
El tartar de zanahoria venía
servido en un plato enorme, con una cúpula de cristal en el centro, llena de
humo. El camarero retiró la cúpula y el humo se disipó, percibiéndose los tonos
ahumados.
—
Mire usted — dijo el cliente —
Dentro de media hora me juzgan por intentar asfixiar a un camarero con su
servilleta por menos que esto. Espero que la tortilla venga construida o no
respondo
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