Sendero Tenebroso
— No
podemos desviarnos del camino. Aún queda una larga travesía —
dijo Conchi decididamente
Yo no podía evitar sentirme como los tres personajes que
acompañaban a Dorothy en El Mago de Oz a la vez, el león, el
espantapájaros y el hombre de hojalata: sin cerebro, sin corazón y sin
valor. El hastío que me causaba aquella misión, posible, sí, pero también
inevitable, solo era igualado por la sensación de impotencia ante lo que se me
avecinaba. Me sentía torpe como un jinete sin espuelas y se esperaba de
mí mucho más de lo que me consideraba capacitado. No había camino de baldosas
amarillas pero la senda estaba bien señalizada. Era imposible perderse, por más
que deseara desaparecer de allí y que nadie tuviera noticias mías
durante años.
— ¿Qué
fue de Paco?
— Nunca
más se supo
Habría deseado un recorrido peligroso, intransitable, lleno
de peligros acechantes. Algo que le salvara del tedio. Sin embargo allí se
encontraba él, siguiendo a su esposa como camino al matadero.
Ella se detuvo. Había encontrado lo que buscaba. Lo rodeo
varias veces y acabó sacando una foto a un código en una etiqueta que decía:
Stuva
— Conchi,
yo no soy capaz de montar eso ni de coña
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