lunes, mayo 16, 2022

El misterio del Gran Asia (Capítulo 3)

Llamé a mi hijo mayor pero no respondía al móvil. En su oficina me dijeron que había pedido el día libre. Contacté con algunos de sus mejores amigos pero ninguno supo darme información.

Me planté en su casa. Le había dicho cientos de veces lo peligrosa que era esa costumbre de las películas americanas de dejar una llave bajo el felpudo¸ pero agradecí que no me hiciera caso.

No había nadie en la casa. La nevera estaba vacía y en su armario encontré un gran número de perchas vacías. No me había avisado de que fuera a salir de viaje.

Me llamó la atención una fotografía en el salón. En ella aparecía mi hijo conmigo, con guirnaldas y serpentinas bajo una pancarta que decía “Feliz 2017”. Curioso. La nochevieja de 2017 la pasé ingresado en el hospital por un cólico nefrítico. Mi hijo, supuestamente, la pasaba con sus suegros.

Oí un portazo. La corriente debía haber cerrado la puerta de la entrada. Me asomé a comprobar y me encontré a un tipo con un maletín en el recibidor.

¡Hola! Vi la puerta abierta y pasé. ¿Qué le ha parecido la aspiradora?

Contuve la respiración unos instantes. El tipo tenía pinta de vendedor, pero llevaba un sospechoso pinganillo en la oreja

Pase, pase, se lo voy a contar con todo detalle