El misterio del Gran Asia (Capítulo 2)
Me quedé un rato perplejo, con la mirada perdida en el punto de la avenida en el que había desaparecido el vehículo. Regresé al Gran Asia e interrogué insistentemente a la encargada y al camarero, sin éxito. Según ellos, mi doble era cliente habitual y me habían confundido con él.
Ya en casa, me dispuse a desmontar la litera del
cuarto de mis hijos. Ocupaba demasiado espacio para lo poco que venían a verme.
La llave “Allen” estaba algo desgastada y algún tornillo costó más de lo esperado,
pero conseguí desarmarla. Al amontonar las piezas, noté cómo una baldosa
de debajo de donde habían estado las camas estaba suelta. Parecía como si hubiera
algo debajo. La levanté, ayudándome por un destornillador. En el hueco había un
hato con varios trozos de papel sujetos con una goma. Los deslié. Eran
fragmentos de un papel cuadriculado roto en pedazos. Conseguí empalmar
los fragmentos. Era un texto manuscrito por mi hijo mayor.
“Hoy no fuimos al colegio. El otro papá vino a recogernos
del colegio y pasamos la mañana en la playa, jugando con él. Me gusta mucho
cuando él pasa tiempo con nosotros. Papá siempre está ocupado y cansado”
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