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Llegué a mis primeros seiscientos meses
y no me conservo en tan mal estado.
Contento sin duda de haber llegado
surcando la vida con sus reveses.
Invierto mi tiempo sin intereses
y aprendo del mundo que va a mi lado,
ejerzo de alumno desvencijado
y evito las prisas con sus estreses.
Degusto sabores con mi guitarra,
compongo canciones en mi cocina,
trasiego sonetos en una jarra
me escondo en pijama de la rutina.
Sabed que pretendo dar la tabarra
por otros seiscientos con mis pamplinas
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