La cárcel que viene
En esta nueva cárcel que prometen
no quiero arder sin ti tras mis barrotes,
prefiero que me den cincuenta azotes
y luego que tus brazos me sujeten.
Por muchos aislamientos que decreten
no estemos naufragados en islotes,
cojamos por los remos nuestros botes
y hagamos que los lazos nos aprieten.
Dejemos que las penas, compartidas
se tornen en un baile de disfraces,
las celdas donde internen nuestras vidas
se llenen de perséidicas fugaces,
y en tanto no nos muestren las salidas,
tan solo te suplique que me abraces.
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