Fin de fiesta
El bálsamo de verme en tu mirada
redujo por completo mis heridas,
que vi por un instante descosidas
por dientes de la fría madrugada.
El tacto de tu mano entrelazada
curó de las ausencias tan temidas,
surcadas tantas veces en mil vidas
por aspas de la cruel agua pasada.
En cambio el aguijón de tu ruptura
clavó sin compasión mi paladar
con agrio sucedáneo de amargura
que ya me resultaba familiar
y el zumo que sangró por mi costura
fue río refugiándose en el mar
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