La octava maravilla
La octava maravilla de este mundo
un día decidió no ser brillante,
parió su gesto menos elegante
y erró con un estrépito rotundo.
No sé si fue un período infecundo,
o acaso un santiamén de mal talante;
tal vez la voz de un sueño delirante
o el miedo insustancial a ser segundo.
El caso es que dejó de ser humilde
bajó del pedestal por una tilde
y echó en la gasolina una colilla.
Huyó, como lo haría el gran Houdini
y el mundo murmuró por lo bajini
su pena por la octava maravilla.

0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home