Palabras
Tal vez debí pedir que no se fuera
a alguna licenciada del adiós,
dejándome añoranza, pena y tos,
y el cuarto más glacial que una nevera.
Quizá mi enamorada verdadera
buscaba un paraíso para dos
y, al fin, me machacó a sanseacabós
al ver que era un edén de clase obrera.
Quién sabe si no dije las palabras,
los passwords de los mil abracadabras
que causan que la magia siga viva.
Hoy sé que no las dije por mi bien,
hoy sé lo que expresar, pero no a quién,
y el mundo sigue yendo a la deriva.

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