La culpa
La culpa nunca tiene la razón
y siempre la provoca un ente externo:
el padre, los maestros, el gobierno
o dioses con trastornos de atención.
La culpa no se presta a confusión,
reside en lo profundo del averno,
la falta de calor filio-materno,
el fondo, la maniobra o la intención.
La culpa es de los signos del zodiaco,
de un gato azabachado y demoniaco,
de un bizco con mirada ambi siniestra.
La culpa es de algún primo el de Albacete,
del tipo del trabajo, el muy zoquete,
del tiempo o la inflación, mas nunca es nuestra.

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