Lo bailao
Y un día, sin comerlo ni beberlo,
vinieron a quitarnos lo bailao.
Cerraron hasta el último tablao,
que aún tenía rumbas de estraperlo.
Algunos fueron viejos de repente
y el ritmo pereció junto a la amnesia.
A veces, una leve parestesia
corría por sus pies tímidamente.
Salían a la calle cada día,
ajenos a cualquier coreografía
que el viento sugiriera por despiste.
El mundo no volvió a ser como antes;
las mismas situaciones delirantes,
igual de demencial, pero más triste.
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