Gracias por él.
Érase un hombre pegado a su verso.
Érase un lúcido faro en el norte,
un picapleitos* con un picaporte
que abre una puerta a su propio universo.
Érase un bardo complejo y diverso,
un divergente infiltrado en la Corte
un bello Adonis de espléndido porte,
un tío bueno de cutis muy terso.
Érase un lobo que casi no muerde
un corazón de melón negriverde,
un luchador judicial sin desmayo.
Érase un rey para algunos poetas.
Muchos se chutan sus obras completas.
Gracias por él, veintinueve de mayo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home