domingo, agosto 25, 2024

Juguetes

 Yo era un niño que jugaba siempre solo,

que leía por deporte el diccionario,

y que siempre me fijaba en el horario

de cualquier retransmisión de waterpolo.

Otros críos se ensuciaban el pololo

molestando impunemente al vecindario,

y tenían a un amigo imaginario

con quien juntos relamer del mismo polo.


Pero yo no compartía mis sorbetes,

sobre todo porque nunca hubo con quién,

y mi madre me tenía de rehén

en mi cuarto sepultado por juguetes.


Pero ahora, ya de adulto, es otra cosa,

y a pesar de mi existencia solitaria,

me acompaño de una amiga imaginaria

que aunque tenga sus manías es preciosa.

No me importa que ella sea actriz famosa

o su antojo por llevarme la  contraria,

porque admite mi apariencia estrafalaria

y se fija en mí con cara de viciosa.


Y me esmero en seducirla con banquetes 

que cocino en poco más de un santiamén,

y el fogón, la cacerola y la sartén

son ahora que he crecido mis juguetes.


Yo preparo mi receta más famosa

sin ninguna restricción  alimentaria, 

y ella aplaude mi faceta culinaria

y me dice que la cena es deliciosa.

Tras el postre se me aferra, cariñosa,

y me muestra una pasión extraordinaria,

despojándose de toda indumentaria 

y guiñando con sonrisa maliciosa.


Me encadena con un par brazaletes,

me amordaza con su venda de satén

y descubro cómo así se pone a cien

y me enseña ilusionada sus juguetes