Condena
Alzado hasta la cumbre de la nada,
con vistas al escombro de mi vida,
me lanzo a la penúltima jugada
temiendo que se acabe la partida.
Los dioses me han negado la mirada
y algunos se han echado a la bebida,
de tanto que he ignorado una llamada
que al móvil da "Deidad Desconocida".
Los ángeles tocando, "chunda, chunda"
apuestan doble o nada por que me hunda
a un metro de las puertas del Edén.
Satán lo observa todo tan tranquilo
y yo, que cualquier año me jubilo,
termino mi condena y que les den.
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