En el desierto
A veces ya no sé cómo decirles
que el tiempo lleva un sello en el envase
con dígitos que avisan de lo pronto
que van a caducarnos los minutos.
A veces ya no sé cómo contarles
que andamos algo escasos de caricias;
que entreguen lo que albergan en los labios
pues luego los cadáveres no besan.
A veces ya no sé como advertirles
(y en esto puedo ser muy persuasivo)
de cuánto precisamos del afecto
que damos con un puto cuentagotas.
A veces mis palabras se desmayan
cansadas de jamás llegar a puerto
hundidas en un mar de indiferencia
y ancladas entre tibios oídos sordos.
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