La Musa
La Musa, denunciándome ante el juez
por ser presunta víctima de acoso,
y yo desconsolado y ojeroso
rogándole por una última vez.
La Musa profiriendo un anatema
acerca de mi falta de talento
y yo, con mi sanción de alejamiento
clamando por un último poema.
La Musa atrincherada en su palacio
pidiendo que le deje algo de espacio
y yo con un soneto inofensivo.
La Musa, desquiciada y arrogante
me atrapa en un ladino interrogante
y ahora ya no sé ni lo que escribo.
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