lunes, noviembre 21, 2022

El cuarteto

 Allí,  tomándo aquel Hendricks con pepino, mirando al mar en la terraza del hotel, se sentía un semidiós. Elegante, fragante, guapo... no había en el recinto nadie que le llegara a la suela de los zapatos. Seguro que alguna viuda rica caía y paliaba su precaria situación. 

Entraron tres jóvenes espectaculares y se sentaron en la mesa de al lado. Caza mayor, pocas posibilidades y posiblemente colegas de pretensiones.

Rubia, morena y pelirroja, brevemente ataviadas. Le saludaron y cuchichearon entre ellas, riendo. Si pretendían desplumarle iban a llevarse un chasco, ya que estaba a dos tragos de hacer un discreto "simpa". 

El trío llamó al camarero. Al rato, les sirvió sus bebidas y, a él,  otra Hendricks. Invitación de las señoritas. Perplejo les hizo un brindis con la mejor de sus sonrisas. La rubia se acercó y se sentó a su lado.

— Mis amigas y yo estábamos pensando si tendrías algún problema moral en que los cuatro folláramos toda la noche.

La ginebra le salió por la nariz.

— Soy muy liberal.

Tardaron diez minutos en llegar a la habitación. 

— Debéis saber que no tengo un puto euro — dijo  sintiendo un inusual mareo para la escasa ginebra.

— No pasa nada, ricura. Sólo te va a costar un riñón.