Llovía
Llovía, aún a pesar de la tristeza,
llovía, sin mediar solicitud,
llovía, hasta empapar la multitud,
llovía, con insólita belleza.
Llovía, como digo, en mi cabeza,
y yo lo recibí sin acritud,
llovía, sin mostrar mayor virtud,
que andar desempolvando la pereza.
Llovía, puede ser, tímidamente,
encima de un asfalto aún caliente,
llovía, como haciéndonos cosquillas.
Llovía, ciudadana, aquella ducha,
y el agua, al gotear de mi capucha,
venía a enmascarme las mejillas.
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