La prisión voluntaria
Las mentes que se aferran al cerrojo
prefieren las cadenas a las llaves,
las alas de las enjauladas aves,
aun libres se entumecen sin arrojo.
Las puertas francas son un trampantojo,
las rejas, cada vez son más suaves,
las zonas de confort no son tan graves
si dejas las neuronas en remojo.
La cosa es que si ves el enrejado
encuentras que hay más huecos que barrotes,
parece no estar mal ser torturado
cogiéndole el gustillo a los azotes,
ser náufrago ha de estar mal valorado
en base a lo que gustan los islotes.
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