lunes, mayo 01, 2017

Tattoo

- Ponme un cuarto de kilo de boquerones – pidió el hombre de la camiseta de dibujos animados cuando llegó su turno en la pescadería. Era el último antes de cerrar.

La pescadera era una chica joven, de unos 30 años mal cumplidos. Alargó su mano izquierda para coger un puñado de boquerones y meterlos en una bolsa de plástico. Al hacerlo, el cliente pudo ver en su mano un pequeño tatuaje. Se trataba de dos pequeñas líneas en paralelo, muy cercanas entre sí, en el dorso de la mano y perpendiculares a los dedos. Descubrió que en la derecha tenía uno idéntico. Sintió curiosidad.

- ¿Algo más? - preguntó la chica mientras anudaba la bolsa.

- Sí, quiero algo más – respondió el cliente, haciendo una pausa misteriosa rematada con una sonrisa.

La chica levantó las cejas, en un gesto inquisitivo.

- Quiero saber lo que significan los tatuajes de tus manos, si no te importa decírmelo, claro – concluyó.

Ella sonrió con un seco “ja”, intentando averiguar si aquel hombre con Micky Mouse en la camiseta hablaba en serio o se estaba burlando de ella. Tendría unos 40 años y no era especialmente llamativo en ningún aspecto, salvo en la viva curiosidad de su mirada.

- ¿Y para qué quieres saberlo? - preguntó por fin la pescadera, poniendo la mano izquierda en la cadera en gesto retador

El cliente sonrió abiertamente y con cierto cinismo respondió:

- Es para una encuesta

La chica lo miró detenidamente, calibrándole durante unos segundo y, finalmente, extendió la mano derecha agarrando la bolsa de boquerones y dijo:

- Un euro, treinta. En quince minutos en el bar de enfrente. Me invitas a una cerveza. Si quieres. Y si no te quedas sin saberlo.

- A sus órdenes, mi sargenta. ¿Te pido tapa?

- La cerveza es suficiente, gracias.


Él la esperaba sentado en una de las mesas del interior con dos espumosas cervezas. Ella llegó, tomó asiento frente a él, se acodó en la mesa y preguntó:

- A ver, ¿a qué viene esa curiosidad?

- El conjunto me ha llamado la atención. Me has parecido atractiva y he pensado que esos tatuajes pretendían decir algo. Y como yo soy muy curioso, no he podido evitar el querer averiguar lo que tienen que decir – respondió, ofreciendo su jarra para un brindis.

Ella correspondió con fingida desgana.

- Tienes un morro que te lo pisas. - brindó y, seguidamente, añadió – Sí, tienen un significado, pero no es nada del otro mundo.

- Y ¿me lo puedes contar?

Ella asintió y cubrió sus ojos con sus manos. De esta manera, las líneas tatuadas mostraban un signo “=”.

- Cuando llego a un límite en el que no puedo más y todo me da igual, cuando cubro mis ojos para que no se me vea llorar…. - reveló y, deteniéndose un instante, cruzó los brazos depositando las manos sobre los hombros, abrazándose y, de ese modo, mostrando las líneas tatuadas como un signo “||”, de pausa. Prosiguió. - hago una pausa para quererme un poco y me abrazo a mí misma.

Él la miró con detenimiento y, sonriendo, preguntó:

- Y… esa pausa de tus manos… ¿no se muestra del mismo modo cuando abrazas a alguien?

- No lo sé, hace mucho que no me abraza nadie.

- Deberíamos probar.

- Huelo a pescado.

- Me encanta el pescado.