lunes, mayo 01, 2017

Pausa

Nada le gustaba más que apagar las luces, enredarse en una manta y ver una película de miedo en el salón. Preparó una humeante taza de te y conectó el pendrive al reproductor para visionar la que había descargado. Era una recomendación expresa de su monitor de Body Pump y, aunque sólo fuera por tener tema de conversación con él, merecía la pena echarle un vistazo.

Un tipo completamente vestido de negro, con un pasamontañas en la cabeza y con un sacacorchos en el bolsillo de la chaqueta circulaba por la ciudad durante la noche. Una escena demasiado larga que parecía no llevar a ningún lado. Dio un sorbo al te y consultó el móvil para ver si había mensajes. Volvió a taparse con la manta hasta la nariz cuando algo en la imagen le resultó familiar. Las casas, la calle por la que circulaba el tipo del pasamontañas, estaban a tres manzanas de la suya. La película estaba rodada en su misma ciudad. Se incorporó en el sofá, dando otro sorbo al te y se fijó con atención. El coche doblaba a la izquierda y embocaba la perpendicular a su calle. Se paraba en el ceda el paso y atravesaba la calle paralela a la suya. Al llegar a la bifurcación, giró a la derecha y se detuvo justo en su puerta. Sintió un escalofrío. Era absurdo que estuviera viendo todo eso en una película descargada de internet, pero lo cierto era que lo estaba presenciando. El tipo bajaba del coche y se aproximaba hacia su puerta. Extraía una ganzúa y manipulaba la cerradura. Efectivamente, oyó en su puerta como alguien hurgaba en la cerradura con un objeto metálico. Soltó un grito. Y aunque resultara incomprensible, en vez de huir, no podía retirar su mirada de la imagen. El tipo ya estaba dentro de la casa y caminaba por el pasillo como si la conociera. Ella misma podía escuchar los pasos en el corredor. El tipo entraba en el salón y allí estaba ella, de espaldas, mirando a la pantalla de la televisión, incapaz de volverse. El intruso se quitó el pasamontañas. Era su monitor de Body Pump. Extrajo el sacacorchos del bolsillo de la chaqueta y se aproximó hacia ella. Gritó con todas sus fuerzas. Su grito sonó por duplicado, en directo y por televisión. Cuando su monitor estaba punto de introducir el sacacorchos por su oreja izquierda, ella acertó a pulsar el botón de pausa. Ambos quedaron inmóviles. La imagen congelada. Pero recordó que, pasados cuatro minutos en pausa, el aparato siempre seguía la reproducción