María
María iba dos pasos por delante,
su risa era mi opiáceo legal
y a ratos me follaba el intelecto.
María era una sílfide elegante,
un beso negociado en el portal,
un coito diseñado en un proyecto.
María era bellísima y distante,
ninguna carantoña era casual
y siempre me encontraba algún defecto.
María era afilada y arrogante,
no había beneplácito sexual
si no leía antes mi prospecto.
María era ingeniosa más que amante,
un frasco con orgasmos de cristal,
la causa camuflada en el efecto.
Un día se apagó por un instante,
me dijo que lo nuestro no iba mal
pero ella ambicionaba algo perfecto.

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