La gema
La Torre Stark era un continuo ajetreo. El ataque de Thanos estaba próximo a producirse y allí estaba Tony, dándole al destornillador en su nueva armadura.
—Hola, soy el nuevo— dijo el recién llegado —Eugenio Pérez. Acabo de aterrizar desde España.
—Muy bien, muchacho, bienvenido.
Stark lo miró de arriba a abajo. Los 253 kilos de Eugenio no le daban, en apariencia, la imagen de un súper héroe y mucho menos de un Vengador.
—Vienes recomendado por el chef José Andrés. Espero que nos ayudes en la batalla final. Si puedes moverte, claro— acabó diciendo el millonario. Intento sostener la mirada del muchacho, pero había algo intimidante en él.
—Sí, José Andrés me descubrió en unos de sus restaurantes. Nada más verme supo que estaba hecho para formar parte de los Vengadores— aclaró el chico.
—Dicen que sacaron en camilla a un equipo de rugby que se enfrentó a ti— dijo Stark haciéndose el distraído.
—Soy El Desayunador. Mi hambre es insaciable. Puedo comer lo que sea, o a quien sea, y mis golpes de barriga pueden lanzar a una persona a kilómetros. Mi poder viene de cuando encontré la Gema del Apetito.
— ¿Qué hiciste con ella?
—Me la comí.
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