Marcianos
Los humanos son seres adorables. Con su inteligencia limitada y sus rudimentarias maquinitas se permiten disparatadas conjeturas acerca de la física, la biología o el universo. A nosotros nos sirven de mascotas. Lo que ellos llaman "abducción" (jajajaja) no es más que una extracción para que, tras una adecuada lobotomía y esterilización, hagan compañía a nuestros hijos y jueguen con ellos.
A los adultos nos van más los especímenes intactos, sin operar.
Son realmente tiernos. Sabemos que no están preparados para conocer la vida en los planetas colindantes. No hay más que ver los divertimentos visuales con los que se entretienen.
Por eso nublamos sus sensores para que los planetas de alrededor les parezcan deshabitados. Por ejemplo, ven Marte como un desierto, mientras que en realidad tenemos a su pequeño robot recogiendo muestras de tierra en un parque céntrico de la capital.
Pero el principal motivo por el que venimos a la Tierra es por sus masajes. Yo, por ejemplo, soy adicto al Belmond Royal Scotsman, un tren con spa que cruza Escocia como un proyectil ralentizado. Me mimetizo como humano y le pido a la masajista un masaje nasal. Si supieran que el organismo marciano huele con el pene y se reproduce por la nariz...
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