Vocación
Pasada la cincuentena
he hallado mi vocación;
me pide mi corazón
un digno cambio de escena.
No siento ninguna pena
por el servicio prestado,
ni por el tiempo pasado
ni la inocencia perdida
pues la ilusión de mi vida
es la de ser jubilado.
Tener tiempo por delante
dando paseos perrunos
tocando con los Ningunos
visitando a alguna amante.
Disfrutar de cada instante,
cocinar gustosos platos,
dedicarme a mis relatos
pasar de errores pretéritos
y ser enfermero emérito
sin irme a los emiratos.
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