La suerte
Ya sé que la suerte no está en los sorteos,
que vivo, respiro, me visto y mastico.
Ya sé que hay latidos que llevan mi nombre
y a veces me toca reír.
Pero hay otra suerte que nunca me alcanza,
no llama a mi puerta, no viene a almorzar;
no va más allá de un falso mensaje:
te han seleccionado
para un cuantioso premio.
Y muestras tu móvil, tu nombre, el correo,
la cuenta del banco y algún cromosoma,
y llegan anuncios de publicidad.
Y nunca aparece la suerte desnuda,
la buena, la excelsa, que mata los monstruos
que cura las penas, que amaina ansiedad.
Que coge tu mano y te lleva en volandas
te mira a los ojos y dice "soy tuya,
te estaba buscando y por fin doy contigo".
Y suenan campanas, y explotan champanes
y ves que tus venas no van a aguantar
la dosis ingente de absurda alegría.
Que no te mereces tener tal fortuna,
que puede que solo merezcas la oferta
al cincuenta por ciento de aquella air fryer
que tiene Ali Express
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