lunes, enero 16, 2023

El conflicto

 Las masas se agolpaban en la puerta de la embajada, enrabietadas, sin dejar de vociferar consignas dirigidas a linchar al embajador

— ¡Sos un boludo! ¡Te vamos a dar una paliza!

Los soldados españoles, parapetados tras el enrejado, no podían disimular la tensión. Armados hasta los dientes, portaban máscaras antigás; no eran tan buenos aires los que llegaban desde fuera.

El ejército argentino había lanzado botes de humo en un desesperado intento de disolver a las masas, pero tan pronto como el aire dispersaba la neblina volvían a rodear la sede.

De pronto el embajador asomó por una ventana con un megáfono. Muerto de miedo por las posibles consecuencias internacionales de sus declaraciones pero, mucho más, por los más que inminentes efectos que podían provocar sobre su integridad física, asomaba la punta del altavoz tímidamente, resguardado tras el marco de la cristalera.

— ¡Querido pueblo argentino!

Las palabras fueron recibidas con abucheos e insultos

— Quiero pedir disculpas por mis desafortunadas palabras 

Una piedra impactó contra el muro a escasos metros de la ventana.  El embajador se escondió en un acto reflejo. 

— Os prometo que se han malinterpretado mis palabras.  Jamás quise decir que Messi hubiera tocado techo