El viaje
— ¿Ya te marchas?
— Me voy, sí. Partiré lejos. Deseo emprender nuevos caminos. Descifrar el mensaje oculto que la naturaleza nos encripta. Seguir los pasos de los grandes filósofos. Buscar a Platón en las cavernas, a Aristóteles en la experiencia, a Confucio en la meditación, a Descartes en la razón. Explorar nuevos mundos, desconocidas culturas, exóticas gastronomías, inesperadas arquitecturas. Fundirme en culturas antagónicas hasta imbuirme de su esencia y comprender, a fin de cuentas, el alma que subyace a todo conocimiento. Sentir la ventisca helada de los polos, la falta de oxígeno en las cumbres, el cálido hálito del desierto, la humedad fecunda ecuatorial, el fresco salitre en los océanos. Descender a los infiernos para encontrar a mi recóndito humano. Ascender a los cielos buscando a mi ancestral animal. Trascender más allá de mí mismo y nunca jamás regresar.
— Pues mañana estás de mañana.
— ¡Mierda! Pues mañana nos vemos a las ocho.
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