Al final del túnel
Muchas veces me había planteado el concepto de eternidad,
de la reencarnación, del alma… Cuestiones abstractas mucho menos importantes
que el precio del gasoil o del alquiler y que vagamente tomas en serio. Salvo
cuando un camión se salta un ceda el paso y te arrolla convirtiéndote en
una sardina en una lata sin abrefácil.
Así que cuando afrontas el oscuro túnel y ves la luz
resplandeciendo al fondo es cuando por fin afrontas qué habrá más allá, qué
consecuencias podría tener a corto medio y largo plazo y como adaptarse a lo
desconocido.
A medida que la luz crecía, la velocidad con la que me
acercaba a ella se aumentaba exponencialmente.
Sentí un vértigo brutal abalanzándome hacia aquel fulgor
hasta notar una fuerte sacudida.
Cuando cesó el mareo abrí lo que debían ser mis nuevos ojos.
Un precioso cielo azul moteado de nubes blancas se abría ante ellos. Sentí un
hambre voraz, señal de que volvía a estar vivo. Me encontraba junto a un río. Me
acerqué a él tambaleándome. Al mirar una trucha mi pulso se
aceleró y mi estómago se retorció. Me vi reflejado en el agua. Era una preciosa
nutria. Nunca había cazado una trucha con mis garras, pero para algo existe el
instinto.
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