La vajilla
No tenía dinero para comprar el regalo de Daniela. Sospechaba que ella había gastado medio sueldo en regalarme la Play Station 5 y la conciencia me remordía por dentro y por fuera. Ya hacía meses que nuestra relación estaba cogida con pinzas por mi falta de implicación, y por no soportar la continua intromisión de su madre en nuestras vidas sin que ella le pusiera límites
Con mi magro presupuesto de veinte euros no se me ocurría ningún producto que no me fuera arrojado a la cara una vez extraído del envoltorio.
Me detuve en una tienda de antigüedades. En el escaparate se mostraba una vajilla de porcelana justo a ese precio. "No puede ser porcelana", pensé.
El anticuario, era un tipo menudo y con ojos perforantes. "Claro que es porcelana". Y cogiendo un plato lo interpuso ante una bombilla, vislumbrándose claramente sus dedos al trasluz.
"Debo advertir que hay una leyenda sobre esta vajilla. Se dice que perteneció a Madame Leferge y que está impregnada con arsénico, siendo este el modo en el que asesinó a su marido en 1840"
Llegué a casa con la caja.
"Cariño, no tengo demasiado apetito, pero me haría feliz que usaras esta vajilla en la cena de Navidad, sobre todo hoy que viene tu madre"
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home