Elegancia
La vela se acabó por consumir,
mecida en el sutil último aliento,
sumida en la quietud del aposento,
poniéndole final al porvenir.
Tan plácida, sin prisa por partir,
pausada y recreada en el momento,
cumplió y cedió por fin al llamamiento
que un día todos hemos de cumplir.
Latidos dentro de un reloj de arena
que marcan cuando acaba nuestra escena
y es hora de alejarse de la estancia.
El circo de la vida lo agradece,
el día en que la estrella nos ofrece
el arte de morir con elegancia.
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