Despedida
En realidad comenzó a dejarnos hace algún tiempo. Aquella dama de gesto amable, diligente, hacendosa, lúcida, creativa, hábil y autodidacta se fue apagando con los años, dando paso a otra versión no menos entrañable. Se convirtió en una adolescente de quince años, alegre, desinhibida, que disfrutaba de nuestra compañía aunque no supiera bien quiénes éramos. Quizá no fuera la misma de siempre, pero era ella misma, tal vez la que nunca se había permitido ser. Luego dio paso a otra forma menos agradable, desconectada del medio que, afortunadamente, duró poco tiempo. Se ha ido extinguiendo del modo que siempre fue, discreta, sin hacer ruido, ni dar que hablar. Me deja mucho amor y enormes aprendizajes a lo largo de mi vida que en gran parte conforman lo bueno que hay en mí (de la malo ya me encargo yo solito).
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