El cuento de la rana esquiva
Voy a contarles el cuento
de mi buen amigo Ignacio
cuando una vez fue batracio
presa de un encantamiento.
Una bruja, de escarmiento
y un poquito por cojones
por unas cuantas cuestiones
le transformó en un anfibio
y el tan solo encontró alivio
en sus preciosas canciones.
Hete aquí, que en el palacio
la despistada princesa
quiso besarle, traviesa,
aunque él fuera algo reacio.
Así que le pidió espacio
y alguna que otra cosilla.
"Como mucho en la mejilla
me puedes dar ese beso,
y si no te gusta eso
pues pueden darte morcilla"
El caso es que nuestro amigo
no se sabe bien qué hizo
más se libro del hechizo
y del infausto castigo.
Yo que también fui testigo
por ser sapo aquellos años
compartiendo aquellos baños
a tu salud me emborracho
y deseo, amigo Nacho
que tengas feliz cumpleaños
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