Tormenta
El cielo se rasgó con un chispazo,
las nubes retumbaron duramente,
la lluvia sumergió lo intrascendente
y el mundo se rompió por un pedazo.
El súbito fulgor del fogonazo,
no vino a iluminar ninguna mente,
y todo resultó tan diferente
que no se halló calor por un abrazo.
El viento no arrastró la polución,
y fuimos sin rubor contaminados
por negros nubarrones en el alma.
Por suerte salió el sol del corazón
latiendo con relámpagos dorados
y tras la tempestad llegó la calma.
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