domingo, mayo 23, 2021

Cero

 

Aquella fría mañana de noviembre, plagada de amenazadores nubarrones, parecía augurar el infortunio.

-        ¿A qué piso va usted? – preguntó una desconfiada señora agarrando con ambas manos el monedero y mirando de arriba abajo a su compañero de ascensión.

-        ¿Y usted? – respondió su interlocutor.

Habría pasado inadvertido en cualquier lugar, con su aspecto estandarizado, su abrigo gris y su rostro insulso, de no ser por el carrito de la compra que empujaba.

-        Yo voy al tercero. – dijo la señora, desconfiada.

-        Pues yo voy al cuarto.

-        En el cuarto no vive nadie. – deslizó la señora del monedero, mirando de reojo por el espejo el carrito del extraño.

-        Bien, subiré a comprobarlo.

No cruzaron ni una palabra más hasta que el ascensor se detuvo en el tercer piso. La señora salió del habitáculo y murmuró algo parecido a una despedida, correspondida con un seco movimiento de cabeza por parte del sujeto. Una vez solo, pulsó el botón del cuarto y, cuando se encontraba entre ambos pisos, el botón de parada. Se giró hacia el espejo y empujó con el dedo lo que parecía un tornillo herrumbroso. Contempló un par de segundos su reflejo y dio un paso al frente, atravesándolo.

En el otro lado fue recibido por el mostrador de una peculiar carnicería y un exótico carnicero.

-        Hola, Ramsés. – saludó el recién llegado

-        Te he dicho mid veced que ze dice Damzed. – respondió el carnicero.

Era un homínido semi reptiliano, escamado en verde, aunque con pelo en pecho y axilas. Se erguía sobre sus patas traseras y manejaba las delanteras con destreza. Su rostro mostraba una amplia sonrisa, con una perilla de chivo y una corta trompa por nariz.

-        Lo que tú digas. ¿Tienes chuletas de octoporcino? – consultó el cliente.

-        Padece mentida que ded octopodcino quiedad daz chuletad y no daz pataz. – replicó el tendero

-        Eso es porque no has probado el cerdo ibérico, majadero. Ponme un par de chuletas y una morcilla de Saturno. – concluyó

-        Vaya dezpeddicio venid hazta aquí zodo pod tan poca coza – dijo el alienígena mientras colocaba sobre la tabla de cortar un gigantesco chuletero – Ademaz, eztaz muy dezmejorado.

-        Mañana salgo de viaje a China. Además, sabes que sobrevivo a base de los antirretrovirales que Chantalle descubrió a los de GSK.

Un golpe seco del hacha abriéndose paso entre dos vértebras de octoporcino hizo al visitante dar un respingo. Una pegajosa baba procedente de la trompa del carnicero cayó sobre la chuleta recién cortada.

-        Zi, fue una putada do ded ZIDA. ¿Cómo iban a zabed doz madcianoz que vueztro ziztema inmune era tan bdandengue?

-        Bueno, tal vez deberían haber tenido el detalle de no abducir y violar a tanta gente durante los ochenta y no pegarnos nada – protestó airado el comprador

Un segundo tajo seccionó la musculatura intervertebral del bicho, separando una segunda chuleta. La trompa seguía goteando sobre la vianda.

-        Je, je. Do tuyo con Chantad no ze puede llamad pdezizamente viodación… - se burló el inagotable productor de baba.

-        Me jodió la vida. Y yo no pedí que pasara nada.

-        ¿No zabez nada de ella?

-        No, hace 25 años que la vi por última vez

-        Bueno, en ed ezpacio ed tiempo ez dedativo, pada ella iguad han pazado zodo un pad de zemanaz

El dependiente empaquetó las chuletas babeadas en una bandeja de corcho blanco, mientras el hombre del abrigo gris reprimía una mueca de asco. Iba a tener que lavar a fondo esas chuletas. El carnicero, mientras tanto, descolgó un cilindro carnoso rodeado de anillos concéntricos y comenzó a envolverlo.

-        ¿Quiedez llevarte carrilladaz de mozca venuciana? Ed otdo día Iked ze llevó y de guztadon muzcho

-        No gracias, con esto es suficiente

-        ¿A qué te dedicaz ahoda? – preguntó por cambiar de tema

-        Trabajo para Dabiz Muñoz, el chef. ¿Le conoces? – el alien hizo un gesto de negación -. Claro, ¿cómo ibas a conocerle? Viajo por el mundo en busca de nuevos condimentos, salsas, recetas exóticas, cualquier cosa que pueda usar de forma novedosa en sus platos.

-        Muy intedezante. Pod ezo te vaz a China, ¿no?

-        A China y a cualquier lugar. Ya nada me retiene aquí. Y ahora en lo único que pienso es en comerme esas chuletas y en coger mañana el avión

-        Bueno, me ha alegdado vedte. Que didfdutez en Pekín

-        Voy a Wuhan, tengo que visitar su famoso mercado