Retrato de un sinvivir
Odio los impredecibles momentos
huérfanos de desahogo y certeza,
que muerden las entrañas con fiereza,
y vuelven temblorosos los cimientos
Lapsos que torturan el pensamiento,
que dejan en evidencia las flaquezas,
que raspan envolturas y cortezas
y arrebatan la bebida al sediento
En cada minuto caben mil muertes
por cuanto cada segundo es veneno
y las horas son desiertos inertes.
Que me desintegren rayos y truenos
mientras no sepa cuando vuelvo a verte,
mientras que siga echándote de menos
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