Medalla de bronce
Ignorabas del todo mi presencia
rozando la moqueta con mi piel
recostado en la cama del hotel
donde nos amábamos con frecuencia.
Las excusas perdieron consistencia,
claramente me estabas siendo infiel,
Las promesas mojaban el papel
moría el contrato de permanencia.
No se cuánto ha pasado desde entonces
pero ahora ya no tiene sentido
da igual si dos mil doce o dos mil once
no importa, si la cuenta la he perdido,
lo que no quiero es medalla de bronce
y que le des la plata a tu marido
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